Es un hecho mi enorme identificación con el mar, aunque no había entendido el por qué, como ahora.
El mar es mi padre… es mi madre… es la generosidad femenina… es la fuerza masculina.
Es la ternura y paciencia paternal hacia su hija sirena, exploradora de las profundidades y guía de los buscadores perdidos. Es la fortaleza interior y generosa incondicionalidad maternal ante su heredera, ninfa de los mares, proveedora de la Tierra.
Es la fuente de alimento y de vida… de experiencias placenteras… agradables… sensibles… sensuales.
Son los brazos que me reciben para mecerme en un inocente y protector vaivén… Y en otro momento, el golpe de quien me aleja exigiéndome espacio para ordenarse… para calmarse… para limpiarse… para nutrirse…. Que sólo después, cuando esté listo, cálida y amorosamente volverá a recibirme con un fresco y relajante abrazo.
Es el sonido de toda la fuerza… y al unísono, el silencio… la quietud ilimitada y eterna, que hay en mí.
Es la valentía, el reto, la esperanza y el deseo ante la inconsciente aventura… ante el inimaginable riesgo… ante el ideal de una vida nueva en una tierra fértil, aun virgen… sin malicia… donde lo imposible parece y se hace posible.
Es mi linaje de aventureros, soñadores, idealistas y valientes ancestros, comprometidos con permitirme llegar… Invaluables contribuyentes a la historia de países y continentes, cada uno en su momento y en su medida, para que yo pudiera sentirme orgullosa de ellos y de mí.
El Mar es todas esas mujeres de mis pasadas y genéticas vidas, que una a una fueron tejiendo con su intuición, creatividad, inteligencia y gracia, la posibilidad de que hoy yo pudiera ejercer libremente el derecho a expresar todo aquello que ellas callaron… porque no se les permitió… o porque en un acto originado por la más intuitiva inteligencia, apostaron su silencio a mi existencia, como la más productiva inversión: la que vislumbra la voz femenina del futuro… esa que despierta y acaricia… que retumba, transforma y acompaña.
El Mar es la voz del poder… El máximo maestro del respeto a lo natural… a la Creación Perpetua… a la Vida.
Es libertad infinita en una línea que une lo celestial y lo desconocido… lo impredecible y lo profundo… lo predecible y la belleza iluminada de los astros… lo majestuoso y el latir de un corazón que se rinde humildemente ante tanto de todo.
Es sol, piel, color, vanidad, banalidad, coquetería… y al tiempo… la más nítida transparencia…. El abrazo más arropador… la más sublime fusión de los estados de la física, la química y la biología… es Salud en toda la extensión de la palabra…. Él todo lo limpia… todo lo purifica… todo lo sana.
Es la más hermosa experiencia de lo físico… lo mental… emocional… espiritual… con tan sólo abrir los brazos… sentir… respirar… y dejarse ir a otra dimensión de conciencia, en franca contemplación.
Es mi más grande guía hacia mí misma… pues sólo es posible encontrarme soltándome de la orilla… tan sólo llevándome Mar Adentro.
Es quien me recuerda que soy capaz de flotar… y que a veces se vale cansarme… hundirme…. Al fin que del suelo no voy a pasar…. Que sólo hasta llegar al fondo podré tomar impulso… con toda la fuerza de la que él es ejemplo… hasta poder respirar nuevamente, renacer, como mi inalienable derecho y tributo a la Vida.
El Mar es el origen de la Vida… el alfa y el omega de la mía.
Lo sé, porque a lo largo de todo mi enriquecedor y mágico camino, esté donde esté… siempre llego al Mar.
Fátima D’L Mar
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